Este trastorno suele diagnosticarse en edad escolar y se caracteriza por un patrón persistente y frecuente del estado de ánimo enfadado y/o irritable, un comportamiento desafiante y discutidor y un deseo de venganza (DSM-5, 2013).
Las quejas, tanto en el hogar, como en el centro educativo, de los padres y maestros suelen ser que el menor mantiene conductas disruptivas como agresiones físicas y verbales hacia sus iguales y hacia las personas de autoridad que intentan frenarlo, dificultades para seguir las normas y las rutinas y/o culpar a otros por las faltas propias.
La prevalencia varía según la población estudiada y los métodos de evaluación empleados. Se estiman tasas de entre un 2 y un 16%. Puede aparecer desde los 3 años aunque suele iniciarse sobre los 8 y no suele desarrollarse después de la adolescencia. Este trastorno suele molestar a las personas que rodean al niño, más que al propio niño.
Según Barkley, Edwards y Robin (1999) hay cuatro factores que pueden explicar la aparición de la conducta negativista y desafiante de niños y adolescentes: prácticas de crianza, características del niño, características de los padres y factores contextuales.
Por todo ello, es importante tener en cuenta aspectos como la personalidad, la calidad de las relaciones entre padres-hijo, consistencia versus inconsistencia de la educación que transmiten los padres, así como el contexto donde suelen ocurrir con mayor frecuencia las conductas disruptivas.
A continuación se exponen algunas pautas de actuación para padres y educadores:
- Hacer entender al menor que con este tipo de conductas provocan daño y enfado en los demás.
- No dejarse manipular.
- Tener siempre la misma respuesta sin depender de nuestro estado de ánimo
- Estar muy atentos ante comportamientos prosociales que queramos que el niño repita en el futuro y aplicar refuerzos positivos.
- No prestarles atención ante faltas leves.
- Mantener el control visual
- No dar muestras de enfado ni debilidad
- Intentar comprender que les preocupa cuando se hayan tranquilizado
Si necesita ayuda con su hijo/a porque presenta este tipo de comportamientos no dude en contactar con Psicosalud Almería.
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Recuerda: DATE LA OPORTUNIDAD
Fernando Aranda Moraga. Psicólogo en Centro de Protección de Menores.