Transmitir a nuestros hijos la necesidad de tener tiempo libre de calidad es quizás, uno de los aspectos de la educación de los pequeños que menos se cuidan correctamente.
Es habitual que los niños dediquen parte de su tiempo a jugar con juguetes, consolas, videojuegos, ordenadores, etc. y, aunque este tipo de actividades de ocio no tienen por qué ser negativas, los niños tienen que aprender a desarrollar su imaginación para poner en práctica actividades de ocio en las que no necesiten estos recursos materiales.
En segundo lugar. Las actividades de ocio deben actuar como estímulo, despertando el interés del niño y motivando determinadas actitudes. En muchas ocasiones, somos los padres quienes imponemos determinados juegos o actividades a nuestros hijos que, lejos de resultar interesantes para ellos, provocan una actitud de rechazo que, como consecuencia pueden generar situaciones de estrés y desmotivación.
Los padres y madres debemos tener en cuenta que el espacio de ocio debe posibilitar la expresión de las decisiones de todos los implicados, lo que permite que los lazos establecidos en estas actividades se mantengan.
Por último, destacar la importancia de que los niños utilicen distintos lugares y recursos donde desarrollar su tiempo de ocio. En este aspecto, cabe destacar los centros de ocio, bibliotecas, parques, centros culturales, etc. que ofrecen una gran variedad de actividades que suponen un punto de encuentro para niños de edades similares y que facilitan la interiorización de normas de convivencia, valores y actitudes de participación.
Uno de los objetivos del desarrollo infantil es adquirir un grado significativo de autonomía, el ocio puede resultar un instrumento para ello si los adultos enseñamos a los niños y niñas que respetamos sus elecciones, sus decisiones y también sus consiguientes equivocaciones.
Es importante no confundir lo educativo del ocio con su obligatoriedad e impedir que se convierta en un objetivo impuesto; esto ocurre cuando convertimos las actividades extraescolares en clases de informática o inglés, ocupando el tiempo libre de los niños y las niñas en otras asignaturas añadidas.
Tampoco hay que perseguir la intelectualidad en el ocio, como proponen las personas que sugieren constantemente juegos educativos a sus hijos/as.
En el ámbito familiar, la posibilidad de disponer de espacios de ocio compartidos permite estimular el diálogo y la convivencia (padre e hija pueden pasar en silencio cuatro horas de una jornada de pesca, pero esta actividad siempre facilitará la comunicación si alguno de los dos desea hacerlo).
¡Pongámoslo en práctica este verano!
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Recuerda: DATE LA OPORTUNIDAD
Ana María Jordan Ruiz. Psicóloga experta en estimulación temprana. La Casilla Centro de estimulación cognitiva. 655 92 26 24