“Mi hijo se tira al suelo y grita cuando se enfada”
Las rabietas infantiles resultan muy desagradables tanto para los padres como para el niño. Se caracterizan por ser una respuesta de ira (junto con llanto, gritos, tirarse al suelo…) debido a la frustración al no poder conseguir lo que quiere.
Aparecen en torno a los 16 meses de edad y perduran en niveles altos de intensidad hasta los 4 años (aunque esto dependerá de cada niño).
Las rabietas son una fase normal en el desarrollo madurativo de un niño. A esta edad, comienzan a generar cierta autonomía e independencia, y comienzan a conformar su identidad, por lo que necesitan conocer dónde están los límites y las normas. Además, en ese momento vital, aún no cuentan con los recursos necesarios para reconocer y expresar sus emociones de manera adecuada.
No obstante, a pesar de ser una fase más en su desarrollo, las rabietas son muy incómodas, por lo que aquí señalamos algunas recomendaciones a tener en cuenta en estos episodios:
- Prevenir ciertas situaciones que sabemos que pueden desembocar en rabietas. Por ejemplo, si sabemos que al salir del colegio tenemos que pasar por un parque y el niño siempre pide quedarse ahí, podríamos cambiar el recorrido y así evitar esa rabieta.
- Mantener la calma en todo momento. Las rabietas son muy molestas para todos y pueden hacer que nos sintamos desbordados, pero es muy importante que los adultos se autogestionen y no entren en el mismo estado de frustración del niño, ya que las emociones se contagian.
- Ponerse a la misma altura física del niño para hablarle con mensajes claros y sencillos, ya que en ese estado el niño no atenderá a nuestros mensajes. Una vez que la rabieta haya concluido (y según la edad y madurez del niño) podemos comentar con él lo que ha sucedido y alternativas para próximas ocasiones, pero no durante la rabieta.
- Ser cariñosos si el niño lo desea. Poner límites no está reñido con ser frío y distante. Algunos niños no querrán tener contacto durante la rabieta, pero otros sí, por lo que es importante que el niño vea que, aunque no puede tener aquello que quiere, sus padres le siguen queriendo.
Por último, recuerda que las rabietas no serán eternas y que en algún momento se acabarán. Ten en cuenta que son necesarias para su desarrollo y que esto le permitirá ganar tolerancia ante sus propias frustraciones.
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Cristina López Guerra, psicóloga general sanitaria. Colaboradora en Psicosalud Almería.