¿De qué hablamos cuando hablamos de adicción a las nuevas tecnologías? Posiblemente sea algo que tendamos a achacar más a la infancia e, irremediablemente, imaginemos a un niño/a jugando a la consola o pendiente de su teléfono móvil. Si bien es cierto que las pantallas se han convertido en el centro de la vida familiar, esto se ha visto acentuado por el confinamiento y las restricciones llevadas a cabo en los diferentes países, pasando más tiempo en casa con posibilidades de ocio y de relación reducidas.
El inicio de esta pandemia supuso una situación nueva para todos, una situación de emergencia que nos tenía un tanto desconcertados y eso hizo que fuéramos más permisivos quizás con nuestros hijos, en el intento de adaptarnos a ella y de sobrellevarla de la mejor manera.
Es por ello que recurrimos a este tipo de dispositivos para estar más en contacto con nuestra familia y amigos, para jugar, para hacer deporte o para informarnos sobre algún tema que nos interesase. No podemos negar su utilidad pero, ¿no resulta paradójico que en la era de la hiperconectividad, cada vez nos sintamos más aislados?
Este aumento en el tiempo dedicado al mundo digital comienza a preocupar a muchos padres que se plantean la posibilidad de que su hijo/a pueda tener una adicción y, con ello, sobre las pautas que deben o no llevarse a cabo en la educación de los mismos: ¿debería controlar el tiempo de conexión de mi hijo/a?, ¿deberíamos revisar el contenido al que accede?, ¿se está convirtiendo su uso en un abuso o en una posible adicción? Las emociones más comunes y frecuentes en consulta cuando llegan padres preocupados por este posible problema suele ser frustración, preocupación, responsabilidad, culpa, impotencia o miedo.
La primera señal que determinará la existencia o no de un posible problema, ya no es tanto el tiempo dedicado a estar conectados, si no en cómo la conexión pueda estar afectando a la vida de nuestros hijos/as. No se trata de prohibirles su uso si no de fomentar un uso responsable.
Ahora bien, ¿ qué señales de alarma nos pueden indicar que podemos encontrarnos ante un problema de adicción?
- Sueño reducido (menos de 6 horas)
- Descuido de otras actividades de ocio
- Aislamiento social (llegando incluso a dejar de quedar con sus amigos/as)
- Única motivación: estar conectado
- Se muestra muy irritable cuando tiene que desconectarse
- Pérdida de la noción del tiempo (llegando incluso a olvidar comer o cenar)
Si hemos detectado algunas de estas señales, algunas pautas que podrían ayudarles serían las siguientes:
- Acuerdo/Plan digital, acordado con nuestro hijo/a para controlar el tiempo de uso
- Pantallas en zonas comunes para que, de alguna manera, se pueda supervisar el comportamiento en la red
- Zona en casa libre de pantallas, donde se pueda llevar a cabo otro tipo de actividades
- Ocio alternativo: si pretendemos que se reduzca el uso de estos dispositivos, sería conveniente fomentar otras alternativas de ocio, como un juego de mesa, ver una película en familia o salir a dar un paseo en bicicleta
- Fomentar buena comunicación, que nuestros hijos estén al tanto de los beneficios y riesgos de las TIC, así como a saber gestionar su privacidad e intimidad
- Conocer otros intereses de nuestro hijo/a, sus gustos, sus preocupaciones para que si en algún momento tiene algún problema, pueda contárnoslo
Si a pesar de llevar a cabo estas pautas, los problemas siguen persistiendo, lo más adecuado sería plantearse acudir a un psicólogo especializado en población Infanto-juvenil.
Para concluir, no olvidarnos que nosotros, como adultos, como padres, somos modelo de nuestros hijos por lo que debemos ser cautelosos con el uso que llevamos a cabo de las nuevas tecnologías y fomentar en casa momentos y formas de divertirnos y relacionarnos sin necesidad de pantallas, disfrutando de los beneficios que nos sigue ofreciendo nuestro mundo analógico.
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