Cáncer… Cáncer… Probablemente el siempre hecho de leer esta palabra nos induzca a casi todos a recuerdos, emociones y pensamientos negativos.
Desgraciadamente esta terrible enfermedad, en los últimos 20 años, ha experimentado un crecimiento constante en España debido no sólo al aumento de la población, sino también a las técnicas de detección precoz y al aumento de la esperanza de vida (ya que el envejecimiento es un factor de riesgo fundamental para el desarrollo de tumores), según la International Agency for Research on Cancer (IARC).
Dejando a un lado las terribles consecuencias físicas que implica su padecimiento, vamos a centrarnos en las repercusiones psicológicas. Desde el punto de vista de la Psicología, existe una disciplina llamada Psicooncología que se centra en atender los aspectos psicológicos y conductuales del paciente con cáncer y sus familiares y aborda las siguientes dimensiones:
• Psicosocial: Gestionar la respuesta emocional de pacientes, familiares y personas cuidadoras, en las diferentes fases de la enfermedad.
• Psicobiológica: Enfocada en los factores psicológicos conductuales y aspectos sociales, que pudieran influir en la morbilidad y la mortalidad de los pacientes oncológicos.
El diagnóstico de cáncer tiene una influencia muy importante sobre las emociones. Estudios científicos nos informan que casi la mitad de las personas que tienen o han tenido cáncer, van a presentar algún problema psicológico como trastorno depresivo, trastorno de ansiedad, etc.
Por lo tanto, se hace necesario prevenir e intervenir en estos casos. Exponer una información clara sobre la enfermedad, tratamientos y sus consecuencias ayudan a romper mitos y creencias erróneas.
Respecto a la intervención una vez diagnosticado, el enfermo puede ser invadido por distintas emociones como miedo, ansiedad, rabia, tristeza, indefensión, culpabilidad o frustración, que si bien es cierto que son emociones que se presentan a lo largo de nuestra vida, cobran una fuerza y significado especial en estos momentos.
Saber gestionar las limitaciones físicas que el tratamiento trae consigo y cómo estás pueden cambiar la vida del afectado, es un proceso arduo que en la mayoría de casos el paciente no puede resolver sin ayuda profesional. El paciente debe integrar todos estos cambios que llegan de forma repentina a su vida, aceptar que sus circunstancias vitales han cambiado y que toca armarse de valor para reenfocar su dirección vital en esta nueva situación.
De la misma manera, no podemos olvidarnos del entorno familiar y personas cuidadoras, que tienen que abordar el apoyo al paciente y la adaptación a su nueva realidad desde su propio estado emocional, por lo que son momentos muy duros en los que el autocuidado tiene que estar muy presente para minimizar el agotamiento progresivo que se presenta.
Es por esto que decimos que el cáncer es una enfermedad que afecta a toda la familia.
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