Entre los hombres, alrededor de un 40 % tiene algún trastorno sexual, siendo los más frecuentes eyaculación precoz y la impotencia.
El estigma de ir al psicólogo y particularmente la reticencia de los hombres a abordar sus problemas sexuales hacen que una minoría pida ayuda profesional. De esta manera, de las personas que presentan disfunciones sólo una tercera parte aproximadamente busca ayuda en los profesionales.
En la mayoría de los casos la causa de las disfunciones no puede atribuirse a un solo factor, sino que es un problema multicausal con factores de inicio y factores de mantenimiento.
Centrándonos en definir la impotencia o disfunción eréctil, podemos indicar que es la incapacidad de conseguir y/o mantener la erección. No explicándose esto por consumo de sustancias ni a ningún problema orgánico.
Las causas más comunes de este tipo de trastorno son:
- Inseguridad en el papel sexual.
- Baja autoestima.
- Anticipación de fallo o fracaso.
- Comunicación pobre en la pareja.
- Ignorancia o errores sexuales.
- Preocupación obsesiva por lograr un rendimiento adecuado y del desarrollo constante de una conducta de “autoobservación” para ver si cumple.
- Depresión.
- Ansiedad de actuación.
- Presión de las exigencias sexuales por parte de la pareja.
- Información sexual inadecuada.
Un primer fallo puntual puede funcionar como un elemento disparador de una mayor ansiedad en la siguiente relación. De esta manera, el miedo a no lograr una erección suficiente, la preocupación por no lograr un rendimiento adecuado, adoptar el papel de espectador o dedicarse a autoobservarse en lugar de implicarse en disfrutar de la situación, son elementos que mantienen la problemática.
El tratamiento psicológico orbita en la consecución de los siguientes objetivos:
- Eliminación del temor al fracaso.
- Favorecer la focalización de la atención en las sensaciones placenteras.
- Dar y recibir placer sin exigencias.
- Aumentar la comunicación entre la pareja.
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